7/2/12

Vuelta a Córdoba en 11 párrafos

Creo que ahora sí somos una isla rodeada de agua y payasada, alejada del encuadre latinoamericano lector del presente.

Mi Córdoba fue sacudida hace 9 días por una feroz tormenta de agua y viento. Cientos (casi miles te diría) de árboles caídos, cables cortados, suministros averiados, improvisaciones aumentadas.

Estas imágenes muestran lo grosero de una isla que se aísla (de ahí venía la palabra?!)

Fotos: El Angel del Baldío

Día 1: el temporal (108 llamadas al 108, nada, después... algo, alguito, muy poco)

Día 3: parece que alguien vino a socorrernos, me dicen los vecinos que una empresa de cable cortó las ramas que molestaban a su privada propiedad para poder seguir el curso del negocio

Día 8: alguien más vino a socorrernos! me dicen los vecinos que una empresa de telefonía cortó las ramas que molestaban a su privada propiedad para poder seguir el curso del negocio (no es repetición, es así)

Día 9: acá yo, ciudadano sinlustre de una isla, a-isla-da isla, desbordada de energúmenos carentes de solidario sentir. Las empresas privadas cortaron los 50 u 80 centímetros que molestaban sus intereses, ahora me pregunto ¿quién cortará los 4 metros restantes de ramas, o los 6 metros retorcidos del poste de alumbrado con electricidad que ocupa un cuarto de calzada súper transitada o media calzada “sin salida”, del interés público quien se hace cargo?

Quizás el gobierno provincial, mentor, guionista y director del precepto isleño de nuestra naturaleza desoída aproveche justificarse diciendo que ahora sí somos la isla que al añoraba con el agüita que hay en la “nueva” terminal de ómnibus (que de recién comenzada ya está en estado terminal) y el faro del bicentenario (patria perdoname por ser cordobés pero a mí no me preguntaron si estaba de acuerdo con ese puto regalo por tus primeros doscientos años)

En fin, andar mis calles hoy me da tristeza, y bronca, mucha. Somos una isla, o nos tratan como a isleños... Diez días y un árbol sigue haciendo el amor con un poste retorcido a la espera de qué? de que algún desprevenido motociclista patine y se ampute la pierna con la lata portalámpara oxidada que yace acostada en el pavimento, o que un chofer apurado por esquivar la rama sobresaliente pase por encima de una mamá con su cochecito? Hace falta imaginar estas crudas imágenes ensangrentadas para que los que con tanto ahínco juraron gobernarnos lo hagan de una buena vez y sino que Dios, la patria y sus madres se lo demanden?

Plata para pagar sobre costos de obras hay, o para pegar afiches de inicio de gestión hay, pero para mandar a tres locos a cortar unas ramas y subirlas a un camión no hay? o acá la otra, será que el camión no tiene aire acondicionado y los siete locos (no los de Arlt sino los de la muni porque con menos de eso no se mueven sino ¿quién se apoya a mirar mientras los otros hacen el esfuerzo?) no salen en camiones sin aire acondicionado?

Juguemos en el bosque mientras...

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